
19 Jul La liebre y la tortuga (David Parlett – Devir)
Si un juego tiene asociado el sello Spiel des Jahres, uno de los más prestigiosos premios en el mundo de los juegos de mesa, podemos estar convencidos de que estamos ante un buen juego de corte familiar (de familia alemana, al menos). Si en el sello pone 1979, estamos ante el primero de los premios Spiel des Jahres que se concedieron. Y ese es “La liebre y la tortuga”, el juego que nos ocupa.
Devir ha decidido recuperar este título que ya tuvo una edición en español hace bastantes años.
Lo primero que puede llamar la atención es la portada. Animalitos….¡pues debe ser un juego para niños! ¡¡Cuidadín!! El juego está recomendado a partir de 8 años, y tiene un fuerte componente matemático, con muy poca intervención del azar si uno no quiere. Jugado con adultos tiene un fuerte componente estratégico. Hay que estar muy atento y estar dispuesto a echar unos buenos cálculos mentales. Con niños se puede jugar, pero seguramente hay que tomarse las partidas de otro modo, más distendido, y posiblemente los jóvenes estrategas estarán más dispuestos a tirar por el camino del azar, ya que el juego tiene unos elementos que te invitan a jugar con la suerte, ¡y los niños no le hacen ascos a la emoción de jugarse el todo por el todo!
Desarrollo del juego
Cada jugador comienza con cartas por valor de 65 zanahorias y tres lechugas. Las zanahorias no la moneda de cambio que nos permitirá ir avanzando en la carrera. Las lechugas son una carga de la que hay que desprenderse durante la carrera, ya que para ganar tenemos que conseguir gastar las 3 lechugas.
El juego tiene unas tablas de ayuda para los jugadores que indican cuantas zanahorias debemos gastar para mover las casillas que queramos atravesar cada vez. Si avanzamos una casilla, gastaremos 1 sola zanahoria. ¿Dos casillas?…3 zanahorias. ¿Tres casillas?…6 zanahorias. Si avanzamos 64 casillas, tendremos que pagar ¡2080!
Durante el recorrido encontramos diferentes tipos de casillas. En unas podremos quedarnos y recibir o pagar diez zanahorias, a nuestra elección. En otras podremos deshacernos de una de nuestras lechugas, perdiendo un turno. En otras podremos conseguir un buen número de zanahorias si en el momento de movernos nuestra posición en carrera coincide con el número que aparece en esa casilla ¿hay un 1 y vamos primeros?…recibimos 10 zanahorias. ¿Somos quintos y aparece un 5? ¡Cincuenta zanahorias pa’ la saca! También tenemos la posibilidad de volver hacia atrás si a nuestra espalda hay una casilla de tortuga libre. Por cada casilla que atravesamos marcha atrás recibiremos diez zanahorias.

Partida en desarrollo
Asi pues, los jugadores deben ir gestionando sus zanahorias buscando posicionarse en las casillas que más les interesen para conseguir su objetivo. Recomendación: hay que intentar librarse lo antes posible de las tres lechugas, ya que para ganar hay que llegar al final sin lechugas y, ¡atención, que hay otra exigencia! No puedes tener más de diez zanahorias para ser el primero en llegar. No más de veinte para el segundo, etc.
En cuanto a las casillas, falta una por comentar. La casilla en la que aparece la liebre. En las casillas de liebre aparece el punto de azar. Un jugador que decide entrar en una de esas casillas, toma una carta de un mazo especial que indica una ganancia o perdida de zanahorias. La horquilla va desde -25 zanahorias a + 25 zanahorias. Tomar una de esas cartas puede resultar muy beneficioso a veces, pero puede ser un verdadero desastre. Cuando he jugado con niños, a ellos les encanta esa situación de riesgo, y las cartas de liebre vuelan sobre la mesa. En partidas con adultos, apenas se usan a menos que veas que un golpe de suerte es tu única opción para remontar una partida adversa.
Conclusión
“La liebre y la tortuga” es un juego excelente para jugadores apasionados por los cálculos matemáticos y con poca dependencia del azar. Con jugadores avezados puede (y debe) haber mucho “puteo”, intentando evitar que los demás puedan aprovecharse de las casillas de posición para llevarse zanahorias gratuitamente. Y adelantándose para ocupar las casillas que permiten desprenderse de lechugas.
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